Solías ser sereno en unas oficinas céntricas por las noches. La persona a la que relevabas se iba a las doce te quedabas solo hasta las ocho de la mañana. La primera noche te contó todo lo que necesitabas saber sobre el trabajo. Las tres siguientes comprobaste que todas las cosas que te había explicado sucedían. La cuarta, mientras estabas viendo una película en tu notebook, la fotocopiadora comenzó a susurrar y a hacer andar sus mecanismos, automáticamente, como siempre. Solo que esta vez no se detuvo. Cuando fuiste a ver qué pasaba, desde su boca emergió una hoja. Te quedaste largos segundos observándola. Al final, te decidiste y la tomaste. En el centro de la página había tres palabras: Te estoy viendo. De reojo, notaste que algo sucedía en el monitor de vigilancia, giraste la cabeza y observaste que, en la imagen que correspondía a la recepción donde estabas, tenías una sombra detrás. Esa mañana no volviste a tu casa.
(Publicado en la antología "Aurora de autor", 2020)
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